Un problema que trae de cabeza a muchos padres es que: mi hijo no come, o mejor dicho, come solo lo que le gusta. Los psicólogos te damos unos tips para ganar esa batalla.
Lo primero a tener en cuenta es lo siguiente:
¿Tu hijo está en infrapeso?
Si la respuesta es no, no hay motivos para preocuparse y para no poner en marcha estos consejos. Si tu hijo está en infrapeso y sospechas que puede tratarse de un trastorno alimentario, este post no es para ti. Empieza por aquí.
¿Cuál es el objetivo?
Que las comidas familiares vuelvan a ser momentos de disfrute y no de guerra. Que tu hijo coma va a ser consecuencia de esto, no al revés.
Qué no hacer cuando mi hijo no come
- Estar muy pendiente de ellos: cuanto más pendiente estás, más refuerzos el hecho de que no coma. Se da cuenta de que te preocupas cuando no come y eso le da mucho poder.
- Darle algo porque no ha comido: si le das unas galletas porque te preocupa que no haya comido, la siguiente vez no se molestará ni siquiera probar lo que le das.
- Presionar: no es bueno presionar demasiado porque la comida acaba convirtiéndose en una tortura.
- Poner más comida porque siempre deja algo: no pongas comida calculando que va a dejar algo. Al final se crea el autoconcepto de que él siempre deja algo y, le pongas lo que le pongas, va a dejar.
- No les des algo que le gusta cuando no ha comido. Aprenderá que si aguanta el pulso acaba comiendo algo que le gusta.
- Explicar: tiene que llevar una dieta sana aunque no esté de acuerdo. Los padres tendemos a explicar demasiado y, sin embargo, casi todos los problemas que tienes con tu hijo, no son racionales, no se deben a una falta de información que, si se la das, hará que cambie. No es necesario que entienda lo bueno que es llevar una dieta sana, le permitirás caprichos de vez en cuando, cómo no, pero tendrá que comer lo que le pones.
Qué hacer cuando mi hijo no come
- Tú estás al mando: le tienes que enseñar que cada tarea del día día tiene un tiempo y un espacio que marcas tú. Por tanto, pasado un tiempo razonable levantas la mesa aunque no haya terminado.
- Trata de hacer divertida la comida: sopas de letras, dar formas graciosas a las albóndigas o preparar la comida con él, pueden ser buenas formas de “engancharle”.
- Pon cantidades de comida normales: mejor poner poco y reforzarle cuando lo haya comido todo.
- Si no quiere comer, no pasa nada. Sin ningún tipo de acritud, se le guarda para la siguiente comida. Es muy importante que valore la comida. Recuerda que una de las mejores maneras de prevenir la anorexia es educar el valor de la comida. Por ejemplo, hasta hace unos años en la India la anorexia sólo se daba entre las familias pudientes.
- Mantén la calma: no pasa nada si se salta una comida, hemos quedado que no está en infrapeso.
- Muy importante: vigila que no pique entre horas. Tu mejor arma es su hambre, no tu capacidad de persuasión.
Caso
Alba es una niña de 7 años. Sus padres buscan un psicólogo infantil en Bilbao para que les ayude a manejar un problema que no han sido capaces de solucionar.
El tema es que, a la hora de comer, no le gusta sentarse en la silla para disfrutar con su familia de la comida, y se dedica a dar vueltas por la cocina mientras va picando de su plato.
Han intentado explicarle que se debe sentar a la mesa. Le han chillado e incluso castigado, pero no hay manera: en cuanto se descuidan, Alba está dando vueltas por la cocina haciendo imposible una comida en familia normal.
Como decía antes, explicar no vale de nada, y cuanto más te enfrascas en una lucha con tu hijo, más se complica. Así que les propongo salir de la lucha y, dado que lo que han hecho no ha funcionado, poner en marcha otra estrategia:
Deben decirle:
«Perdónanos hija, nos ha costado pero por fin, hemos entendido que a ti no te gusta comer sentada. De ahora en adelante, guardaremos tu silla en el desván para que puedas comer agusto y dar vueltas por la cocina».
Mientras todos comen cómodamente sentados, ella deberá dar vueltas sin parar por la cocina.
En la siguiente sesión me explican entre risas lo poco que duró la alegria de Alba al ver que, mientras ellos comían cómodamente, era obligada a dar vueltas por la cocina y no le hacían caso. Antes de acabar el primer día, pidió su silla.
Este es un ejemplo de lo eficaz que es salir de la lógica racional y la explicación, para aplicar un tipo de psicología que te devuelve el control de forma rápida.