Si creías que la bulimia es algo simple que consiste en atracarse y vomitar, espera. La bulimia es como un Pokémon: puede evolucionar y convertirse en un trastorno totalmente diferente.
De hecho con frecuencia lo hace, y es entonces cuando nos encontramos con el vomiting: cuando la persona ya no vomita para compensar el descomunal atracón, sino por el propio placer de vomitar.
En algunos manuales es considerada como una variante (con conductas de eliminación) de la anorexia nerviosa o bulimia nerviosa. Sin embargo es un trastorno con una estructura diferente a la anorexia o la bulimia. Lo cierto es que son comunes en la base pero cuando se constituye se convierte en un trastorno totalmente diferente.
De la misma forma que el hidrógeno o el oxígeno dan como resultado una cualidad emergente que nada tiene que ver con ellos, el agua, aquello que algunos psicólogos denominan bulimia nerviosa purgativa, y anorexia nerviosa purgativa, desde la Terapia Breve Estratégica se conoce como vomiting: un trastorno diferente a la anorexia o a la bulimia, que precisa de un abordaje específico porque se convierte en una compulsión basada en el placer: comer para vomitar, no para compensar, que tiene poco que ver con la anorexia o la bulimia.
Es un ritual placentero que consiste en comer para vomitar. Tan placentero que guarda un gran parecido con la relación sexual. De hecho, con frecuencia acaba sustituyendo a las relaciones sexuales y se conoce como el amante secreto o el demonio tentador.
Se pueden ver las mismas fases que en la relación sexual:
- Deseo: la persona fantasea con la comida.
- Consumación: se da el atracón.
- Orgasmo: vomita.
La persona que vomita, por raro que parezca, encuentra un gran placer en vomitar la comida.
Deja de ser un trastorno alimentario para convertirse en una perversión basada en la comida, en un trastorno basado en el placer.
De una solución para no engordar se pasa, a través de la continua repetición, a un ritual agradable que provoca un placer único al que la persona no puede renunciar. Y es que todo aquello que se repite es susceptible de generar placer (Laborit, 1982).
El fin ya no es el peso sino el placer que provoca comer y vomitar. Se convierte en un amante secreto que produce un placer inigualable. Son personas que buscan obsesivamente el placer y las sensaciones fuertes (sensation seekers, Zuckerman).
Comer para vomitar es una tarea fácil de llevar a cabo: la comida es fácil de conseguir y vomitas tú solita, sin ayuda de nadie.