Tratamiento de la bulimia en Bilbao

Cualquier cosa repetida en el tiempo, por desagradable que sea, puede convertirse en placentera

INDICE DE CONTENIDOS

01 - ¿Qué es la bulimia y qué es el vomiting?

02 - El tratamiento psicológico de la bulimia

03 - Causas de la bulimia: cuanto más controlas, más descontrolas

04 - La fuerza de voluntad no sirve para nada

05 - Las ventajas de vomitar

06 - Las consecuencias (nefastas) de la bulimia

07 - Vomiting: el placer de vomitar

08 - Tratamiento de la bulimia en Bilbao

09 - Bulimia en adolescentes: el caso de Sandra

10 - La bulimia se cura. El tratamiento con Sandra

¿Qué es la bulimia y qué es el vomiting?

¿Son lo mismo?

La palabra bulimia etimológicamente quiere decir hambre de buey. La persona que sufre bulimia es como un río sin márgenes, tiene un impulso irrefrenable por la comida, y una falta de control respecto a las cantidades. Esto, a menudo se suele confundir con el síndrome del vómito (vomiting), lo que las clasificaciones antiguas llaman bulimia nerviosa o anorexia nerviosa. Sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo desde la terapia estratégica, han revelado una nueva categoría diagnóstica. Si bien el vómito en un principio es una solución tecnológica, una forma de compensar los excesos de comida, con el tiempo se convierte en algo netamente diferente: la persona come para vomitar, por el placer que le produce vomitar, no por compensar. Es una buscadora de sensaciones que ya no tiene el placer en comer sino en vomitar.


Así, la intervención en uno y otro caso, es radicalmente distinta. A la persona que sufre bulimia hemos de ayudarle a lograr un control sobre la comida, mientras a la que sufre de vomiting le ayudamos a recobrar el placer de comer.

El tratamiento psicológico de la bulimia, la clave de la solución

A nadie le gusta el primer cigarro. El primer whisky resulta desagradable y el café sin azúcar es demasiado amargo. Sin embargo, si se repite en el tiempo, un cigarro, un whisky o un café sin azúcar, pueden resultar muy placenteros.

Lo mismo sucede con el vómito. La chica con anorexia que empieza a perder el control y vomita para compensar, o la persona bulímica que vomita para librarse de sus excesos, si lo repiten durante un tiempo, pueden encontrar que vomitar resulta muy placentero y un fin en sí mismo, que ya no tiene que ver con la compensación. 

Tenemos demasiada fe en la explicación, en la toma de conciencia y en la fuerza de voluntad como forma de solucionar los problemas. Si quieres superar un trastorno alimenticio, no te fíes de la fuerza de voluntad. La fuerza de voluntad, cuando la utilizas contra uno de los mecánicos más fuertes que tiene tu naturaleza, la capacidad de almacenar grasa, que es la forma que tiene nuestro organismo de asegurar su supervivencia, se vuelve totalmente en tu contra, generando a menudo efectos contrarios a los que quieres, esto es, engordar.

Causas de la bulimia: cuanto más controlas, más descontrolas

David Sojo Psicólogo Bilbao Causas de la bulimia

La bulimia nace de una buena intención. Es un intento de poner paz en relación con la comida que, sin embargo, acaba en guerra. Cuanto más controlas, más descontrolas. La persona que sufre bulimia, con frecuencia, pasa su vida entre dietas y atracones, consigue bajar unos kilos que recupera al claudicar frente a la comida. A primera vista parece que el problema es el atracón o la falta de fuerza de voluntad, pero no. Según un estudio de la American Psychologist, que durante 18 años comparó los efectos de estar o no a dieta, el 80% de las personas que estaban a dieta acababa con sobrepeso, mientras el 70% de los que no estaban a dieta, volvían a un peso normal. Conclusión: estar a dieta engorda.

Comer es un placer, y reprimirlo hace que, inebitablemente, el deseo aumente. La clave está en la fase de privación, de ayuno, de comida sana y gimnasio en la que, las ganas de tu organismo por disfrutar del placer que le has prohibido, se acumulan hasta el estallido que arrasa con todo lo ingerible que encuentra a su paso.

 

¿Y qué haces después de la explosión? Como es lógico, te propones recuperar el control de tu organismo restringiendo la comida, pero esta vez muy en serio. Esto no puede ser”, te dices a ti misma con absoluto convencimiento. Sin embargo no percibes que, como un voluntarioso hámster, te estás subiendo a una rueda que te dejará en el mismo sitio: un nuevo atracón.

 

Tardarás un día, dos, una semana… pero la privación acabará en un nuevo atracón. Porque en el momento en que, con toda tu buena fe, empiezas a privarte, has puesto la primera piedra del camino que te llevará de nuevo al infierno (atracón). Ya se sabe que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.

La fuerza de voluntad no sirve para nada

Pero tú confías en tu buen hacer, en tu fuerza de voluntad. El problema ha sido que no le has puesto suficientes ganas, es cuestión de un poco más de fuerza de voluntad, la fuerza más sobrevalorada de la naturaleza. De esta forma, la fase de control te lleva, como la corriente del río (que por fuerte que sea termina mansamente en el ancho mar) al ancho atracón.

 

El bueno de Oscar Wilde no hace más que repetirte:la única forma de resistir a la tentación, es caer en ella”, pero a ti ese rollo no te va. Ya lo decía Agustín de Hipona, santo, padre y doctor de la iglesia católica, nada más y nada menos, también conocido por San Agustín, “la abstinencia total es más fácil que la moderación”. Así que vuelves a la abstinencia con más ganas e ilusión que nunca.

 

No sabes cómo ha sido, pero en un despiste, tu fuerza de voluntad ha arrasado con la nevera y la despensa. A ver si va a tener razón Nardone

en este libro cuando te dice que: “solo si te lo permites, podrás renunciar”. ¡Bobadas!, te has propuesto bajar esos 6 kg que te sobran y lo vas a conseguir. ¡Vuelta a la rueda!

Las ventajas de vomitar

Lo cierto es que hay personas que encuentran la forma de bajarse de la rueda para manejar el atracón con notable éxito.

 

La forma más usual es vomitar. No lo parece pero sí, vomitar tiene muchas ventajas: puedes seguir disfrutando de comer lo que te gusta, por graso, dulce o calórico que sea manteniéndote en un peso adecuado. Además tu madre no se preocupa, es más, está encantada de verte comer con semejante apetito y disfruta contigo. Siempre y cuando lo hagas bien y vomites sigilosamente, te echas un socio más eficaz para mantener el peso que la bendita fuerza de voluntad.

Las consecuencias (nefastas) de la bulimia

Al principio todo va bien, pero si lees la letra pequeña, hay alguna contraindicación:


  • La tasa de mortalidad más elevada de todos los trastornos alimentarios se da entre los vomitadores no entre los anoréxicos, debido a la bajada de potasio que se produce al vomitar y que puede llegar a bloquear el corazón.
  • Cada vez que vomitas tu organismo actúa como un cactus quedándose con todas las toxinas y expulsando los nutrientes: cada vez estás más desnutrida.
  • La celulitis empieza a campar a sus anchas aunque estés en un peso adecuado.
  • Tu cabello se pone lacio y se empieza a parecer a una escoba.
  • La piel pierde elasticidad y brillo.
  • El esmalte de tus dientes se va consumiendo gracias a los ácidos del estómago.
  • La pérdida de electrolitos como el sodio o el potasio, puede llegar a provocar un fallo cardiaco: si, tu patatita puede llegar a pararse si vomitas mucho.
  • El hígado, los riñones y el páncreas tienden a comprimirse.
  • Aparecen unas terroríficas y gruesas venas en la cabeza.

Pero no seamos aguafiestas y no perdamos de vista lo más importante:

puedes comer absolutamente de todo y mantener tu peso ideal, ¡ahí es nada!

Vomiting: el placer de vomitar

Si creías que la bulimia es algo simple que consiste en atracarse y vomitar, espera. La bulimia es como un Pokémon: puede evolucionar y convertirse en un trastorno totalmente diferente.


De hecho con frecuencia lo hace, y es entonces cuando nos encontramos con el vomiting: cuando la persona ya no vomita para compensar el descomunal atracón, sino por el propio placer de vomitar.

 

En algunos manuales es considerada como una variante (con conductas de eliminación) de la anorexia nerviosa o bulimia nerviosa. Sin embargo es un trastorno con una estructura diferente a la anorexia o la bulimia. Lo cierto es que son comunes en la base pero cuando se constituye se convierte en un trastorno totalmente diferente.

 

De la misma forma que el hidrógeno o el oxígeno dan como resultado una cualidad emergente que nada tiene que ver con ellos, el agua, aquello que algunos psicólogos denominan bulimia nerviosa purgativa, y anorexia nerviosa purgativa, desde la Terapia Breve Estratégica se conoce como vomiting: un trastorno diferente a la anorexia o a la bulimia, que precisa de un abordaje específico porque se convierte en una compulsión basada en el placer: comer para vomitar, no para compensar, que tiene poco que ver con la anorexia o la bulimia.

 

Es un ritual placentero que consiste en comer para vomitar. Tan placentero que guarda un gran parecido con la relación sexual. De hecho, con frecuencia acaba sustituyendo a las relaciones sexuales y se conoce como el amante secreto o el demonio tentador. 

Se pueden ver las mismas fases que en la relación sexual:

  • Deseo: la persona fantasea con la comida.
  • Consumación: se da el atracón. 
  • Orgasmo: vomita.

La persona que vomita, por raro que parezca, encuentra un gran placer en vomitar la comida.

Deja de ser un trastorno alimentario para convertirse en una perversión basada en la comida, en un trastorno basado en el placer.

 

De una solución para no engordar se pasa, a través de la continua repetición, a un ritual agradable que provoca un placer único al que la persona no puede renunciar. Y es que todo aquello que se repite es susceptible de generar placer (Laborit, 1982).

 

El fin ya no es el peso sino el placer que provoca comer y vomitar. Se convierte en un amante secreto que produce un placer inigualable. Son personas que buscan obsesivamente el placer y las sensaciones fuertes (sensation seekers, Zuckerman).

 

Comer para vomitar es una tarea fácil de llevar a cabo: la comida es fácil de conseguir y vomitas tú solita, sin ayuda de nadie.

Tipos de personas que practican el vomiting

Dentro del vomiting tenemos diferentes tipos de intérpretes:

  • Transgresoras inconscientes
  • Transgresoras inconscientes pero arrepentidas
  • Transgresoras inconscientes y complacidas

 

Todas las transgresoras, se diferencian en el grado de consciencia y en las ganas que tienen de librarse de ese amante secreto que tanto placer les brinda, algo que marcará el devenir de la intervención.

 

La vomiting inconsciente tiene el mejor pronóstico. Suelen ser más jóvenes y se las conoce como inconscientes porque aún no se han dado cuenta de que el vómito se ha establecido como una forma de placer.

 

Las vomitadoras arrepentidas son la gran mayoría. Son aquellas que llevan a cabo la conducta de vomitar conscientemente, pero se sienten mal y quieren dejar de hacerlo.

 

Y las vomitadoras complacidas también son conscientes de lo que hacen, pero no tienen ninguna intención de dejarlo.

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Tratamiento de la bulimia en Bilbao

Técnica del intervalo

Una de las técnicas usadas en nuestro centro de Bilbao es la técnica del intervalo: a la persona no se le prohíbe el atracón. Se le dice que cada vez que quiera comer para vomitar, puede hacerlo. Sin embargo le ponemos una condición: cuando acaba de comer, en vez de ir inmediatamente a vomitar, ha de esperar una hora.

Los efectos posibles son tres:

01

El ritual se convierte en desagradable y deja de hacerlo.

02

Empieza a comer menos porque ve que luego no puede vomitar bien.

03

No lo hace. Estaríamos ante una complacida que tiene un abordaje diferente.

Bulimia en adolescentes: el caso de Sandra

Sandra es una chica de 19 años. Nunca había tenido problemas con la comida hasta que, hace un año, su entrenador de baloncesto le dijo que le sobraba peso

En ese momento empezó a restringir la comida, sobre todo los alimentos dulces, su pasión. Esto hizo que cada vez le apeteciera más, dándose cada semana un atracón de leche con galletas que después vomita. De esta forma se puede permitir comer dulce y no engordar. 

El problema de Sandra no es de mucho tiempo, y está en una situación que no le gusta nada, es una transgresora arrepentida y le encantaría dejar de vomitar.

Primero le hago ver que, si sigue restringiendo la comida dulce, cada vez tendrá más ganas de comerla y por lo tanto, más fácil será que llegue al atracón y al vómito para compensar: sólo si te lo permites podrás renunciar. Si no te lo permites será irrenunciable.

De esta forma acordamos que cada día se permitirá una pequeña trasgresión en forma de dulce, que mantendrá a raya su deseo. 

Además le digo, para su asombro, que puede seguir vomitando con una condición: 

-Cada vez que quieras comer para vomitar, puedes hacerlo. Comes, comes, comes, y cuando estés llena, en vez de ir a vomitar, esperas una hora durante la cual no podrás comer ni beber nada. Una hora, ni un minuto más ni un minuto menos.

La bulimia se cura. El tratamiento con Sandra

A las dos semanas Sandra vuelve y me cuenta que tuvo un atracón pero, al esperar una hora, fue muy desagradable. 

De eso se trata, de convertir el placer de vomitar en tortura, para volver a basar la relación con la comida en el placer de comer. Sandra, al concederse aquello que más le gustaba, dejó de padecer los atracones y por lo tanto, también los vómitos.

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