La persona con rasgos obsesivos se caracteriza por la tendencia al control, tanto de sus propios pensamientos como de su entorno. El gran problema es que, como no se puede llegar a tener un control directo y eficaz ni sobre los pensamientos ni sobre el entorno, la persona se ve abocada a la frustración.
Normalmente son personas muy inteligentes que anticipan, controlan, proveen y planifican para conseguir esa tranquilidad que nunca llega, por lo que acaban sintiendo rabia, somatizando o teniendo miedos que toman forma en diferentes trastornos (de pánico, un trastorno sexual…).
Dependiendo de lo que haga la persona para manejar su realidad, tendremos un tipo de problema. Puede estar luchando por quitarse de encima imágenes o pensamientos intrusivos que le molestan, puede tener pérdidas de control frecuentes, puede haber desarrollado un TOC (una compulsión que le da seguridad).