Hay una gran ambivalencia de la chica con respecto a los padres: una clara dependencia infantil y una manifiesta agresividad. Cree que si de verdad la quisieran, le dejarían hacer lo que quiere con la comida, pero los padres no pueden ser cómplices de este sinsentido.
Los padres, imprescindibles en la psicoterapia porque sin ellos la probabilidad de fracaso es altísima, son los que más sufren la situación. Sólo tienen dos herramientas que usa hasta la extenuación: la súplica y las amenazas, y cuanto más aumentan, menos come la hija. Están hiperatrapados, a veces se acercan a ella de forma protectora y otras de forma amenazadora, incluso hasta pegarla.
El objetivo es darles herramientas para manejar la situación y llegar a dominar este terrible enemigo.