Cuando hablamos de problemas crónicos hablamos de dinámicas.
Por ejemplo, para desarrollar una fobia, miedo crónico, se necesita, además
de un organismo capaz de sentir miedo, un entorno y un comportamiento.
El miedo se cronifica porque la persona está haciendo algo (evitar
aquello que teme), que retroalimenta su capacidad neurofisiológica de
sentir miedo. No se debe a un cerebro autónomo.
La capacidad de sentir miedo es, evidentemente, neurofisiológica. Sin
embargo, tanto su puesta en marcha como su cronificación, están
determinadas por eventos externos al sistema nervioso.
En la migraña, dolor de cabeza crónico, sucede lo mismo. Una cosa es la
capacidad de sentir dolor de cabeza, y otra su cronificación. El problema no es la activación neurofisiológica: es la dinámica que la retroalimenta.
No es casualidad que los neurólogos sean el grupo de población que más migraña padece.
Tampoco que existan tantos y tan diferentes remedios que funcionan en algunas personas, pero que no se pueden sistematizar con éxito en otras: alimentación, piercing, acupuntura… funcionan si rompen la dinámica, no por ellos mismos.