El día de la migraña
es una forma de visibilizar una enfermedad para la que aún no hay cura. Curiosamente, dar por hecho que ese terrible sufrimiento sólo puede deberse a una enfermedad para la que no se ha encontrado cura, es lo que hace que siga existiendo el día de la migraña. Considerarla como enfermedad hace que tú, como paciente, te sientas arropado, sin embargo, delegar en tus neuronas, genes o proteínas, es lo que hace que no la superes.
Por otro lado, los profesionales de la salud, a pesar de no tener ni una sola prueba de enfermedad, con una insistencia que tiene que ver más con la fe que con la ciencia, se afanan en buscar, contra todo presupuesto lógico, el santo grial: esa estructura o proceso orgánico que causaría la migraña.
Si no dejas de delegar y asumes la responsabilidad, nunca superarás la migraña. Aquí tienes los 5 puntos más importantes para empezar.
1. No sabes qué es el dolor
Te han contado que el dolor es multicausal, que influyen muchos factores (emocionales, genéticos…), cuando la realidad es más simple. El origen de todo dolor, haya o no daño físico, es una percepción: un proceso mental a través del cual tu organismo da un significado a lo que pasa. Si concluye que tu integridad está en peligro, se defiende: dolor. Por tanto, el origen de todo dolor es psicológico. Sin embargo, no existe el mal llamado dolor psicológico: el dolor nace de una percepción, un proceso mental, y se siente en el cuerpo. Fin.
De la misma forma que las situaciones o estímulos que pueden desencadenar miedo son infinitas, las situaciones que pueden desencadenar dolor, también lo son. Porque dependen del significado que tu organismo de a lo que pasa: una inofensiva paloma puede desencadenar terror; el agradable viento del sur o un rico queso curado, pueden desencadenar migraña. Nunca por ellos mismos, sino por cómo los ha percibido tu organismo.
El dolor es la forma que tiene tu organismo de inducirte a hacer algo para manejar aquello que ha percibido como peligroso para tu integridad, no de aquello que es peligroso objetivamente. Por ejemplo, si tocas un radiador ardiendo, lo que busca tu organismo es que apartes la mano porque ha percibido que se está destruyendo tejido. Pensar que el dolor sale del tejido dañado, es como pensar que el miedo que te da un tigre, brota de él mismo.
El dolor se desencadena por cómo percibe tu organismo lo que pasa en los tejidos, no por lo que pasa realmente en ellos. Es más, la respuesta de dolor ni siquiera está limitada al daño en los tejidos, si percibe como peligroso algo del ambiente, como el viento del sur, también puede defenderse con dolor.
Para superar la migraña tienes que cambiar una percepción, no una sinapsis o un gen.
2. No sabes qué es psicológico
Psicológico no quiere decir inventado, que lo podrías solucionar si realmente quisieras, que no te duela de verdad o que te lo provoques a ti mismo. De la misma forma que nadie puede provocarse miedo a si mismo, nadie puede provocarse dolor. Psicológico quiere decir que para sentir dolor, ha de haber una percepción, un proceso mental que concluya que tu integridad está en riesgo. No hay reacción sin percepción ni percepción sin reacción. Con frecuencia se dice erróneamente que las emociones influyen en el dolor, cuando la realidad es que el dolor mismo es una emoción, esto es, una reacción cargada de valoración, no de daño físico. La literatura está llena de ejemplos de lesiones que deberían doler y no duelen, y de no lesiones que duelen.
Lo que está mal en la migraña no es el sistema nervioso, es la valoración que el sistema nervioso permite hacer.
3. Crees que tienes una enfermedad
Te sientes reconocido y arropado cuando te dicen que la migraña es una enfermedad, pero es precisamente esa etiqueta la que cronifica tu dolor de cabeza. Como dice Kirsch (2009), la depresión es deprimente, porque al creer que tu problema se debe a un neurotransmisor rebelde o a un gen díscolo, sólo puedes esperar a que salga el fármaco que te cure, eludiendo cualquier responsabilidad.
Se basa en la lógica de la creencia. Lo que crees te lleva a actuar de forma que provoca unos efectos que confirman tu creencia inicial: como crees que tienes una enfermedad contra la que no puedes hacer nada, delegas y la migraña empeora, confirmado tu creencia inicial de que la migraña es una enfermedad, haciendo que delegues aún más. Tu migraña empeora confirmando aún más tu creencia y...
La concepción neurobiológica de la enfermedad, ha impregnado de tal forma la opinión pública, que ha cambiado radicalmente la forma de relacionamos con nosotros mismos, haciendo que cada vez seamos menos responsables y capaces de superar las dificultades de la vida, para convertirnos en víctimas de nuestros propios neurotransmisores y genes.
En palabras de Nikolas Rose, nos hemos convertido en esclavos neuronales. Una esclavitud que te lleva a eludir la responsabilidad necesaria para cambiar la percepción que mantiene tu dolor de cabeza.
4. Crees que la migraña se puede superar con fármacos, cuando en realidad, es lo que mantiene tu dolor.
El origen de la migraña, como el de todo dolor, es una percepción. El fármaco en el mejor de los casos, al actuar en el sistema nervioso, inhibe la reacción de la percepción, ayudándote a manejar el brote, pero dejando intacta la percepción, por lo que la migraña vuelve y vuelve, para cronificarse sin remedio.
No es que la migraña no se pueda superar con fármacos, es que el fármaco ayuda a que la migraña se cronifique.
5. No es una proteína, es una dinámica
Te han hecho creer que el cerebro es un órgano autónomo que maneja a su antojo el organismo, cuando en realidad se parece mucho más a un órgano mediador: aquel que te permite entrar en contacto con el entorno, y separado del cual, apenas se puede comprender: si lees un libro, tu cerebro cambia, si aprendes a bailar tu cerebro cambia…
Si bien la capacidad de sentir dolor es neurofisiológica, tanto lo que la pone en marcha como lo que la cronifica, está determinado por eventos externos al sistema nervioso.
El sistema nervioso permite, entre otras cosas, sentir dolor, pero no lo puede generar por sí mismo. De la misma forma que un coche permite desplazarse sólo sin alguien lo conduce, el sistema nervioso permite sentir dolor solo con un entorno y un comportamiento. Pensar que las neuronas perciben, es como pensar que las fibras musculares saltan o bailan. Percibir no es un proceso interno y aislado que sucede dentro de tu cabeza, es un proceso ligado al movimiento y al entorno (Merleau-Ponty, 1975).
Al 93% de las personas les duele la cabeza en algún momento de sus vidas, pero sólo se cronifica en un 12%: aquellas que empiezan a vivir alrededor de su cabeza, aquellas que crean una dinámica con su propia cabeza.
Nadie tiene migraña de un día para otro, la migraña se construye a medida que la persona hace cosas para superarla. Así como nadie acaba en urgencias por un brote súbito de migraña. Acaba allí por una dinámica: te empieza a doler la cabeza, te pones nerviosa, te tomas la pastilla, no se te pasa, te asustas, te duele más, te pones más nerviosa… hasta que el dolor se hace inhumano.
La migraña se construye, es una dinámica, no un gen o una proteína.
Decía hipócrates, el padre de la medicina, que si no eres tu propio médico, es que eres tonto. La migraña no se cura, se desactiva, y nadie lo puede hacer por ti. Ningún neurólogo puede curar la migraña, y no va a aparecer ningún medicamento eficaz. La migraña es un trastorno fóbico, un estado de alarma que se mantiene por la dinámica que has establecido con tu propia cabeza o con un estímulo externo (queso curado, chocolate...).