El miedo a conducir no tiene porqué estar asociado a haber vivido un accidente.
Está más asociado con la imposibilidad de llegar a un control total de
conducción. Cuando conduces entran en juego muchas variables que te pueden llevar a un accidente: un despiste, un fallo en el coche, un conductor
borracho… lo que hace que algunas personas se bloqueen ante tanta
incertidumbre.
Curiosamente, cuando más avanza la tecnología y más automático es el coche, más miedo siente la persona, porque tiene la sensación de que no tiene el control.
La fobia a conducir tiene muchas variantes que hay que individualizar para hacer una terapia eficaz: puede tener miedo a perder el control de sus sensaciones mientras conduce, puede tener miedo solo en las autopistas, el los túneles o en los puentes, a provocar un accidente, a que un conductor le choque…
Así, el tratamiento de la fobia a conducir no tiene un protocolo estándar, tiene que ser muy específico para adecuarse al miedo que tiene la persona.