Por ejemplo, el Experimento sobre la conformidad (Solomon Asch), demuestra la influencia que el grupo puede tener en nuestras decisiones:
Meten a una persona en un grupo en el que todos son cómplices, y les proponen una sencilla tarea que consiste en decir cuál de las 3 barras imprimidas en una hoja, es de la misma longitud que otra imprimida en otra hoja. La tarea no ofrece duda, porque es evidente cuál es la barra de la misma longitud. Al principio todos dan respuestas correctas, pero después el grupo empieza a dar respuestas incorrectas, para ver si la persona es capaz de aguantar la presión de ser la única que no piensa igual.
Se ve cómo dudan, lo extrañados que están, lo evidente que les parece la respuesta correcta… pero sucumben, 3 de cada 4 personas se dejaron llevar por la presión social al menos una vez. Si las respuestas eran anónimas, o había al menos otra persona que le apoyaba, la conformidad bajaba muchísimo.
Si esto pasa con la medición de algo objetivo, como son unas rayas, imagina con opiniones o hechos que son mucho menos objetivos. Cuando el grupo muestra una dirección, es muy difícil resistir la presión.