Saber decir no es mucho más importante de lo que crees

Los humanos, desde que bajamos de los árboles, nos agrupamos en tribus para sobrevivir, fuera de la tribu la muerte estaba asegurada, y por tanto la tribu era lo más importante y estaba por encima de todo. 


A pesar de que hoy en día el entorno no tiene aquellas exigencias y se puede sobrevivir solo, nuestro comportamiento sigue determinado por los otros. Para bien y para mal, somos animales sociales.

Consecuencias (a veces nefastas) de la influencia del grupo

La persona espera algo del grupo, y el grupo espera de sus miembros, si no cumplimos con lo que se espera, aparecen reproches, marginación… Somos seres sociales, y pertenecer a un grupo forma parte de una buena salud mental, pero a su vez se convierte en fuente inagotable de problemas, por su gran influencia.

El experimento sobre la conformidad de Solomon Asch

Por ejemplo, el Experimento sobre la conformidad (Solomon Asch), demuestra la influencia que el grupo puede tener en nuestras decisiones:


Meten a una persona en un grupo en el que todos son cómplices, y les proponen una sencilla tarea que consiste en decir cuál de las 3 barras imprimidas en una hoja, es de la misma longitud que otra imprimida en otra hoja. La tarea no ofrece duda, porque es evidente cuál es la barra de la misma longitud. Al principio todos dan respuestas correctas, pero después el grupo empieza a dar respuestas incorrectas, para ver si la persona es capaz de aguantar la presión de ser la única que no piensa igual. 


Se ve cómo dudan, lo extrañados que están, lo evidente que les parece la respuesta correcta… pero sucumben, 3 de cada 4 personas se dejaron llevar por la presión social al menos una vez. Si las respuestas eran anónimas, o había al menos otra persona que le apoyaba, la conformidad bajaba muchísimo.


Si esto pasa con la medición de algo objetivo, como son unas rayas, imagina con opiniones o hechos que son mucho menos objetivos. Cuando el grupo muestra una dirección, es muy difícil resistir la presión.

La paradoja de Abilene

Tomamos muchas decisiones teniendo en cuenta lo que hace el grupo, pero el grupo tiene unas dinámicas que le lleva a equivocarse con frecuencia. Como pasa por ejemplo con la paradoja de Abilene: cuando un grupo continúa haciendo cosas que no le gustan a ninguno de los miembros del grupo, porque como todos lo hacen sin rechistar, todos dan por hecho que a los demás les gusta y ninguno se atreve a decir que no le gusta, y por tanto se mantiene…

La explosión del Challenger o el hundimiento del Titanic

O lo que pasa con el pensamiento grupal, que ha llevado a grandes desastres: cuando un grupo toma malas decisiones porque no se tiene en cuenta tanto la realidad del problema sino el consenso, y nadie dice nada por no desentonar. Parece ser que la explosión del trasbordador espacial Challenger o el hundimiento del Titanic, fueron causa del pensamiento grupal.

El nazismo

Esto es, que lo hagan tus amigos no quiere decir que esté bien… Por ejemplo, desde el presente cuesta entender cómo el nazismo pudo tener tanto apoyo, que no fue porque aquella sociedad fuera analfabeta o especialmente cruel, sino por las dinámicas grupales: pertenencia al grupo, obediencia, desparece la responsabilidad…

La desindividuación

Por ejemplo, el fenómeno de la desindividuación: Los experimentos demuestran que cuando más grande es un grupo, más crueles son las cosas que pueden llegar a hacer. Parece que nuestra identidad se diluye en la masa y, al convertirnos en alguien anónimo, es más probable hacer cosas feas. Es como el ejecutivo que se comporta de forma ejemplar de lunes a viernes, para convertirse en un ultra en el campo de fútbol cada fin de semana.

El asesinato de Kitty Genovese y el efecto espectador

O el fecto espectador (o difusión de la responsabilidad): a raíz del asesinato de Kitty Genovese, una joven que fue apuñalada mientras un montón de gente lo presenciaba sin hacer nada, ni intervenir, ni llamar a la policía… se empezó a investigar y se demostró que cuantas más personas hay en una emergencia, más improbable es que alguien ayude, porque tendemos a escurrir el bulto. Y al revés, cuantas menos personas hay, más probable es que ayudemos.


Estos experimentos, y otros muchos, demuestran que la influencia del grupo es fortísima, y no siempre buena, por lo que es importante aprender a gestionarlo. La habilidad más importante para ello es saber decir NO.

Decir no puede salvarte la vida

Aprender a decir NO, es una de las habilidades básicas para tener a raya nuestra natural tendencia ovejuna. Como decíamos, el grupo espera algo de nosotros y nosotros del grupo, pero tiene que ser algo equilibrado, porque si estoy sometido al grupo, no estaré bien.


No decimos NO por el miedo a ser rechazados, la persona siente que si no es complaciente, será rechazada. Sin embargo, cuando estamos siempre disponibles y nunca decimos NO, nos convertimos en una persona gratis, y lo gratis no se valora. La persona se convierte en una prostituta relacional, que mantiene sus amistades, no tanto por el aprecio personal, sino por lo que sacan de ella.


Hay que tener en cuenta que no decir NO, en ese momento te deja tranquilo, pero luego te vas a sentir mal contigo mismo por estar haciendo algo que no quieres hacer. Si no gestionas el miedo a decir NO, sufrirás las consecuencias de no haberlo dicho.

¿Cómo saber decir no?

La mejor forma de aprender a decir NO, es gradual, para que la persona vea que no sólo no la dejan de querer, sino que incluso la valoran más al poner límites a su disponibilidad:


  1. Decir un pequeño NO en algo sin importancia y con una justificación: Lo siento pero hoy no puedo porque tengo dentista…
  2. Decir un pequeño NO en algo sin importancia pero sin justificar: Lo siento pero hoy no puedo…
  3. Decir un pequeño NO asumiendo la responsabilidad: Lo siento pero no me apetece…


A un nivel racional ya sabemos que no va a pasar nada por decir NO, sin embargo el miedo irracional nos lleva a decir SI. Y es que todos somos como pequeños santo Tomases: tenemos que ver para creer. Ir poco a poco comprobando que no pasa nada es clave para aprender a decir NO.


Que la mayoría piense o haga algo, no quiere decir que sea lo correcto, es más, con frecuencia es incorrecto porque las dinámicas grupales propician las malas decisiones.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para recopilar información que ayuda a optimizar su visita a nuestra páginaMás información