Que las proteínas, péptidos, neuronas, genes… estén implicados, no quiere decir que sean la causa. En un trastorno fóbico también hay cambios en las proteínas, neuronas… son correlatos que no deben confundirse con causas. Por eso el fármaco, en el mejor de los casos, bloquea la reacción neurofisiológica de la percepción, ayudando a manejar los brotes. Sin embargo, como no puede cambiar la percepción misma, la migraña vuelve. La persona piensa que gracias al fármaco puede manejar los brotes de dolor, cuando en realidad, gracias al fármaco se mete en un bucle de migraña, porque delega en el fármaco con una actitud pasiva que incrementa su desconfianza en sus propias capacidades, y acaba siendo un enfermo crónico.
El error evaluativo sería en realidad, perceptivo, no cerebral, y sólo explicaría el dolor de cabeza puntual. Una percepción tiene tanto que ver con el entorno como con las neuronas: el sistema nervioso permite percibir pero no percibe. El mantenimiento de una percepción depende del comportamiento, no de las proteínas o los péptidos. Detrás de la migraña hay una dinámica de comportamiento, no una enfermedad.
De un enfoque basado en una teoría fuerte y determinista (el problema se debe a un fallo orgánico que hemos de encontrar), se pasa a un enfoque con una teoría nada fuerte que se basa en una epistemología: el constructivismo.
Si bien la capacidad de sentir dolor es neurofisiológica, lo que la pone en marcha depende de una percepción, y lo que la cronifica, del comportamiento de la persona. No es casualidad que la variable de personalidad que más se relaciona con la migraña sea la anancasis (obsesividad).
“Cuanto más pacientes de migraña atiende un neurólogo, más probabilidades tiene de padecerla él mismo”
(poner como cita)
Tampoco parece casualidad que, cuando la prevalencia de la migraña en la población normal es del 12-13%, entre los neurólogos sea del 50%, y entre los neurólogos especialistas en migraña, ronde el 70%. Las cifras pueden variar dependiendo de los estudios, sin embargo la tendencia es clara: cuantos más pacientes de migraña atiende un neurólogo, más probabilidades tiene de padecerla él mismo.