¿Hay esperanza para el tratamiento de la migraña?

Los resultados así lo confirman

El enfoque teórico de la causa y cronificación de la migraña influye en su tratamiento y en el éxito del mismo

Todos los enfoques de la migraña están de acuerdo en que la capacidad de sentir dolor es neurofisiológica. La diferencia está en la atribución que dan al origen y al porqué se mantiene activada esa capacidad.


Enfoque organicista clásico: la desgracia de haberte tocado a ti

El enfoque médico tradicional hipotetiza que la activación neurofisiológica que se da en la migraña y su mantenimiento, responde a un fallo orgánico, y la migraña tendría un sustrato bioquímico o anatómico (genes, proteínas, péptidos, neuronas…). 


Se presupone que si hay dolor, debe de haber enfermedad. Sin embargo, el dolor no tiene porqué ir asociado a daño físico o enfermedad. El dolor es un mecanismo de defensa, esto es, la forma que tiene el organismo de inducir a la persona a hacer algo para manejar un riesgo percibido para su integridad. Por ejemplo, si tocas un radiador ardiendo busca que apartes la mano porque se está destruyendo tejido; si te rompes un brazo busca lo contrario, que no lo muevas para que pueda sanar. 


De esto se sigue que la hipótesis es absurda desde un punto de vista lógico, porque el dolor no existe en lo absoluto, como algo que brota de una proteína o un péptido, ya que necesariamente va unido a una percepción de amenaza (no de una amenaza real), sin la cual no puede darse.

¿Hay evidencias que confirmen este enfoque?

La denominada nueva biología del dolor se encuadra en una perspectiva que sigue siendo organicista, pero no como un fallo orgánico propiamente, sino funcional, el llamado error evaluativo: la migraña sería consecuencia de un error cerebral que conlleva la activación neurofisiológica cuando, en realidad, no procede; la famosa falsa alarma. 


La intervención consiste en un curso grupal de varias sesiones sobre la biología del dolor que se puede resumir en: no tienes una enfermedad, el problema es que tu cerebro está equivocado. Según ellos, esto hace que el error se corrija mediante neuroplasticidad, y la activación desaparece.

David Sojo Psicólogo Psicoterapeuta La Migraña se Desactiva, no se cura

LA MIGRAÑA SE DESACTIVA

NO SE CURA

Si has tirado la toalla con la migraña y te has resignado a vivir siempre con dolor, este libro es para ti.

Tratar la migraña con educación en biología del dolor: la migraña como falsa alarma

La denominada nueva biología del dolor se encuadra en una perspectiva que sigue siendo organicista, pero no como un fallo orgánico propiamente, sino funcional, el llamado error evaluativo: la migraña sería consecuencia de un error cerebral que conlleva la activación neurofisiológica cuando, en realidad, no procede; la famosa falsa alarma. 


La intervención consiste en un curso grupal de varias sesiones sobre la biología del dolor que se puede resumir en: no tienes una enfermedad, el problema es que tu cerebro está equivocado. Según ellos, esto hace que el error se corrija mediante neuroplasticidad, y la activación desaparece.

¿Funciona este enfoque para tratar la migraña?

Los resultados son mucho mejores que los del enfoque médico tradicional (hay personas que mejoran sustancialmente y otras que superan la migraña completamente), a pesar de no usar medicación e incluso recomendar no usarla, a pesar de transmitir conceptos erróneos sobre el funcionamiento del dolor (el cerebro permite, entre otras cosas, percibir, pero no percibe por sí mismo), y a pesar de que la justificación neuroplástica, no tiene sentido. 


Lo que sucede realmente en algunos pacientes, es que el curso actúa como una experiencia emocional correctiva que cambia totalmente su visión del problema (a nivel perceptivo), y su comportamiento. Sin embargo, a aquellos pacientes que no tienen esa experiencia emocional correctiva y no mejoran, se les recomienda seguir estudiando biología, meditar o explicarle a su cerebro que no pasa nada, con la esperanza de que la neuroplasticidad, actúe en algún momento, pero son recomendaciones que se convierten en soluciones intentadas que acaban cronificando aún más la migraña.

Enfoque estratégico. Cuando el comportamiento de la persona retroalimenta la percepción que sostiene el dolor

Desde el enfoque estratégico se considera que la activación neurofisiológica no es el inicio del problema, porque no hay reacción sin percepción ni percepción sin reacción: la activación neurofisiológica es la reacción de la percepción. Y la percepción no es acertada o errónea, sino más o menos funcional. 


Nadie tiene migraña crónica de un día para otro, se construye a medida que la persona hace cosas para tratar de quitársela de encima (poner como cita)


Una cosa es la capacidad de sentir dolor de cabeza, que la tenemos todos, y otra su cronificación. De hecho, el 93% de las personas tienen algún dolor de cabeza a lo largo de su vida, es decir, sufren esa activación que, sin embargo, sólo se cronifica en un 12% de las personas. A nivel biológico no hay ninguna diferencia cualitativa entre el dolor de cabeza puntual y el crónico, sólo se diferencian cuantitativamente (más dolor durante más tiempo). Antes de verificar si una respuesta es exacta, tenemos que ver si la pregunta es correcta. Y en este caso, la pregunta no sería por qué duele la cabeza (que sería como preguntarse por qué tenemos miedo), sino por qué esa respuesta usual se cronifica en algunas personas. 


El dolor de cabeza puntual sería una dificultad que se convierte en un problema, dependiendo de cómo reacciona la persona ante él. Nadie tiene migraña crónica de un día para otro, se construye a medida que la persona hace cosas para tratar de quitársela de encima, en la medida en que la persona comienza a vivir alrededor de su cabeza.

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Que las proteínas, péptidos, neuronas, genes… estén implicados, no quiere decir que sean la causa. En un trastorno fóbico también hay cambios en las proteínas, neuronas… son correlatos que no deben confundirse con causas. Por eso el fármaco, en el mejor de los casos, bloquea la reacción neurofisiológica de la percepción, ayudando a manejar los brotes. Sin embargo, como no puede cambiar la percepción misma, la migraña vuelve. La persona piensa que gracias al fármaco puede manejar los brotes de dolor, cuando en realidad, gracias al fármaco se mete en un bucle de migraña, porque delega en el fármaco con una actitud pasiva que incrementa su desconfianza en sus propias capacidades, y acaba siendo un enfermo crónico.


El error evaluativo sería en realidad, perceptivo, no cerebral, y sólo explicaría el dolor de cabeza puntual. Una percepción tiene tanto que ver con el entorno como con las neuronas: el sistema nervioso permite percibir pero no percibe. El mantenimiento de una percepción depende del comportamiento, no de las proteínas o los péptidos. Detrás de la migraña hay una dinámica de comportamiento, no una enfermedad.


De un enfoque basado en una teoría fuerte y determinista (el problema se debe a un fallo orgánico que hemos de encontrar), se pasa a un enfoque con una teoría nada fuerte que se basa en una epistemología: el constructivismo. 


Si bien la capacidad de sentir dolor es neurofisiológica, lo que la pone en marcha depende de una percepción, y lo que la cronifica, del comportamiento de la persona. No es casualidad que la variable de personalidad que más se relaciona con la migraña sea la anancasis (obsesividad). 


“Cuanto más pacientes de migraña atiende un neurólogo, más probabilidades tiene de padecerla él mismo”

(poner como cita)


Tampoco parece casualidad que, cuando la prevalencia de la migraña en la población normal es del 12-13%, entre los neurólogos sea del 50%, y entre los neurólogos especialistas en migraña, ronde el 70%. Las cifras pueden variar dependiendo de los estudios, sin embargo la tendencia es clara: cuantos más pacientes de migraña atiende un neurólogo, más probabilidades tiene de padecerla él mismo.

Hipótesis estratégica de la migraña:
La activación neurofisiológica que subyace a la migraña no se mantiene por un fallo orgánico o un error evaluativo; es el comportamiento de la persona lo que crea una dinámica que retroalimenta la percepción que sostiene la activación neurofisiológica.

Resultados esperanzadores del enfoque estratégico para el tratamiento de la migraña

Desde el enfoque estratégico se interviene en las soluciones intentadas, esto es, aquello que hace la persona para tratar de solucionar el problema, pero que acaba empeorándolo. Por un lado, la persona con migraña vive alrededor de su cabeza, y cuanta más atención le presta, más probable es que le duela; así, prescripciones como llevar un diario de migrañas, hay que evitarlas a toda costa, para tratar de que la persona haga justo lo contrario: olvidarse de su cabeza y reconectar con su vida.

Por otro lado, hay que prestar especial atención a aquello que hace la persona cuando tiene dolor, porque es lo que marca la cronificación. Igual que pasa en el miedo: si siento miedo y evito, el miedo aumenta. La capacidad de sentir miedo es neurofisiológica, pero para su cronificación se necesita un entorno y un comportamiento.


Con el dolor sucede igual, la capacidad de sentir dolor es neurofisiológica, pero su cronificación depende del comportamiento: si me empieza a doler la cabeza y me meto en una habitación a oscuras o me pongo nervioso, esa capacidad neurofisiológica tiende a mantenerse o a aumentar. Si yo trato de mantener la calma y, en la medida en que el dolor me lo permite, mantengo la actividad, esa activación neurofisiológica tiende a apagarse. 

Lo que pasa en el cerebro está íntimamente ligado a lo que pasa fuera (entorno, comportamiento…); así, la mejor forma de cambiar lo que pasa en el interior del cerebro (la activación neurofisiológica que da lugar al dolor), es cambiar el comportamiento.


Desde un punto de vista lógico los dos modelos organicistas tienen fallos evidentes. Pero más allá de la lógica, desde una perspectiva estratégica, es aquello que funciona lo que indica cómo funciona el problema, y los resultados de aplicar el enfoque estratégico a la migraña, son muy buenos. Es preciso seguir con una investigación - intervención que mejore la intervención y demuestre su eficacia en una muestra de pacientes más amplia.

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