
Tenemos que habituarnos a vivir con la probabilidad y no con la certeza.
Giorgio Nardone
La ansiedad asociada a la incertidumbre generada por el coronavirus, se ha convertido en un problema para algunas personas. Te voy a explicar qué es la ansiedad, en qué se diferencia de la angustia o del pánico, y vamos a ver las claves para manejarla de forma eficaz.
El coronavirus nos ha dado un baño de realidad. Nos ha recordado que, aunque vivamos en una parte del mundo con un nivel de calidad de vida medio más que aceptable, donde no hay guerras ni desastres naturales, la incertidumbre y el cambio siguen siendo parte de la vida.
Por tanto,
tener cierto grado de ansiedad ante una pandemia que está dejando miles de muertos y un futuro más que incierto, cuando ni siquiera sabemos si ha pasado lo peor, no puede calificarse de enfermizo
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es el correlato fisiológico del miedo, esto es, la respuesta natural de lucha – huída que nuestro organismo pone en marcha cuando percibe un peligro. El miedo es la emoción, una valoración de peligro, mientras la ansiedad es el arranque de los motores para hacer frente a ese peligro. Por lo tanto, el aumento de la respiración, las palpitaciones, la sequedad de la boca o la tensión muscular no es un problema en sí mismo, es la consecuencia de la percepción de miedo, lo que debemos cambiar para manejar la ansiedad.
¿Y la angustia?
La angustia también es una activación que sigue a la percepción de miedo, pero en este caso es una activación de derrota, no tiene como fin luchar o huir, sino que aparece cuando la persona está rendida y no sabe cómo hacer frente a la situación. Es un malestar de abatimiento.
¿Y la agorafobia?
Es el miedo a los lugares donde puede ser difícil escapar o recibir ayuda. Como las multitudes, los puentes o los lugares solitarios.
¿Y el pánico?
El pánico es la repentina sensación de pérdida de control sobre el propio cuerpo que tiene una persona en ausencia de estímulos externos que puedan desencadenarlo. En el pánico tenemos a una persona que trata de controlar las sensaciones de la ansiedad, y cuanto más lo hace, más se descontrolan, llegando a perder el control de su organismo.
Ahora que sabemos qué es la ansiedad, está claro que, a diferencia de la angustia o el pánico, no conviene eliminarla completamente, porque en cierto grado nos ayuda a dar una respuesta adaptativa al entorno.
El problema viene cuando la ansiedad, lejos de facilitar la adaptación al entorno, la dificulta
Hemos de distinguir el miedo sano, el que nos ayuda a dar respuestas que ayudan a manejar la situación, del miedo patológico que nos lleva a tomar precauciones patológicas que no ayudan a nuestra supervivencia.
El Covid-19 es un peligro invisible que puede provocar diferentes miedos:
- A contagiarse
- A contagiar a personas de riesgo
- Al las consecuencias económico – laborales
- Al futuro incierto
La terapia ha de adecuarse al tipo de miedo y a la persona. Veamos en un caso práctico la forma de manejar la ansiedad.
El caso de Adriana
Adriana es una chica de 29 años de Bilbao. Acude al psicólogo porque, aunque pasó relativamente bien el confinamiento, desde que se inició la desescalada, está muy nerviosa y preocupada por la situación.
Su principal miedo es al contagio y las consecuencias que para su salud tendría coger el Covid-19. A la pregunta de qué hace para manejar esa ansiedad, responde que ha ido en 3 meses unas 10 veces a su médico de cabecera, para asegurarse de que las molestias que tenia no se debían al contagio del virus, se ha hecho 3 veces la prueba PCR. Además está continuamente informándose sobre la evolución de la pandemia y habla constantemente con su pareja sobre sus miedos.
Le pregunto a ver si hablar con su pareja le ayuda, y responde que no. Él, con toda su buena intención, le dice que no pasará nada y que esté tranquila, sin embargo asegura que le pone más nerviosa. La primera prescripción es que deje de hablar de su ansiedad.
Creemos que hablar de nuestros miedos puede ayudar a manejarlos, sin embargo lo que hacemos es revivirlos una y otra vez, haciendo que cada vez tomen más fuerza
Para darte una salida a su necesidad de hablar, le propongo un cambio: «todas las noches, durante media hora, te sentarás con tu marido a hablar sobre tus miedos. Él no podrá decir ni una palabra, porque no será un diálogo, será más bien un discurso en el que podrás desahogarte y que servirá a tu pareja para entender tu miedo. Fuera de esa media hora no hablarás de la pandemia»
Le cuento que sus visitas al médico de cabecera se pueden volver en su contra. Aunque ya lo están haciendo, porque después de tantas visitas, su médico no le hace demasiado caso. La ha tomado por hipocondriaca, así que le ofrece unas bezodicepinas para que se calme y no le presta mayor atención.
Hablamos sobre el cuento de Pedro y el lobo, en el que las mentiras de Pedro entorno a la venida del lobo, hacen que cuando realmente llega nadie le haga caso. Cuando realmente esté mal, su médico no le hará caso si sigue consultando solo para asegurarse de que no ha cogido el virus.
El miedo mayor (que su médico la ignore en el caso de tener algo grave), convierte al Coronavirus en el miedo menor, haciendo que consulte menos
Informarse continuamente tiene el mismo efecto que hablarlo a menudo: está echando fertilizante a su miedo. Además, esta pandemia, no es la primera que sufre la humanidad, pero sí es la primera en la era de la información. Hay gran cantidad de bulos, noticias falsas o noticias que sin ser falsas, no son del todo ciertas… que compartimos por proximidad afectiva (cuando viene de una persona a la que consideramos) y no por la fiabilidad de la fuente.
En definitiva, estar continuamente en las redes buscando información sobre el Covid-19, es una forma muy eficaz de contribuir a la ansiedad
Ya que informándose nunca llegará a la aseguración que busca, y no hace más que abonar su miedo, le pido que restrinja su tiempo de consulta sobre la evolución de la pandemia a 10 minutos al día, y solo en fuentes contrastadas como las gubernamentales,
A las dos semanas aparece más tranquila. Dice que sigue preocupada pero se siente más serena. Como preveíamos, no se trata de hacer desaparecer la ansiedad, porque en la situación que estamos viviendo, es normal e incluso deseable tener un punto de ansiedad.
Le recomiendo, además de seguir haciendo lo acordado la semana anterior, que trate de concentrarse en hacer pequeñas cosas concretas que contrarresten la sensación de falta de control que provoca la situación.
Además, me pregunta cómo hacer que su hijo esté más tranquilo. Le explico que debe explicarle la situación a su hijo sin entrar en demasiados detalles, pero sin quitarle todo el hierro a la situación. Lo más importante es que le vea actuar con confianza y una relativa seguridad. Los niños más que obedecer, imitan y deducen.
En definitiva, no tener miedo es un trastorno, por lo que cuando tenemos una situación como la que ha provocado el Covid-19, lo sano es tener al menos un punto de ansiedad. Debemos de ir gradualmente adaptándonos a la situación, tomando las precauciones necesarias pero sin llegar a bloquearnos, para poder hacer frente al reto que supone el Coronavirus.